viernes, 19 de febrero de 2010

Ciudadanía 2.0

El auge de Internet y de las redes sociales contagia a los candidatos y a sus seguidores. ¿Cómo ha cambiado la forma de hacer política en la región a partir del desarrollo de las nuevas tecnologías?

Por Constanza Mazzina. Publicado en
Revista DEF, Edición Febrero Año 5 - Nº 54.

En la actualidad, las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) constituyen parte fundamental de la caja de herramientas de los diferentes partidos políticos y candidatos de todo el mundo. América Latina no es la excepción. Los números indican una creciente tendencia en el uso de Internet: actualmente hay más de 160 millones de usuarios en la región, que representan una penetración poblacional del 30%, aproximadamente 560 millones de personas. Se espera que el uso regional de Internet crezca en un 60% cada año hasta 2012, coincidiendo con la nueva ola de elecciones presidenciales que ha comenzado recientemente. La región encabeza las tasas mundiales de crecimiento de acceso a Internet de banda ancha, con un aumento del 7,5%, sobre el 6,2% de Europa Occidental. Al mismo tiempo, el 71% de los 160 millones de usuarios de Internet en la región emplean sitios de comunidad social (redes sociales) como método primario de comunicación. Brasil tiene el número más alto de usuarios de Internet, seguido por México, Argentina, Colombia y Chile. Pero cuando se compara el número de usuarios de Internet en cada país con su población, Chile se ubica en el primer lugar, seguido por Argentina, Colombia, Costa Rica, y, finalmente, Brasil. Dado el creciente número de usuarios en estos países, no sorprende que los medios cada vez reporten más sobre el papel que jugó y jugará Internet en las elecciones recientes o próximas en América Latina.

Considerando que estamos ante un nuevo año electoral en la región, ofrecemos algunas reflexiones para estimular el debate. En el horizonte, una nueva forma de pensar la política está comenzando a gestarse. Lejos de los viejos rituales de la plaza y el café, los ciudadanos parecen estar recuperando el ágora perdida. Podemos decir que las TICs 2.0 están modificando la forma en que vivimos en democracia, transformando a las nuevas generaciones no ya en receptoras de mensajes, sino en productoras de información.

El proceso, que se ha bautizado como “movilización cognitiva”, consiste en que amplios sectores de ciudadanos estén mucho más informados de lo que nunca antes estuvieron, y predispuestos a participar. Estos “ciudadanos críticos” no aceptan dogmas ni consignas y, a pesar de ser individualistas y carecer de identidades colectivas fuertes, son conscientes y activos. En un escenario dominado por la existencia de nuevas tecnologías, surge un ciudadano distinto. Es lógico que este sujeto demande algo diferente. Estas nuevas demandas, en contraposición a las tradicionales -empleo, seguridad, asistencia social, educación, salud-, consisten en exigencias sociales, tales como la preservación de las especies de animales en peligro de extinción, la promoción de igualdad de oportunidades, la conservación de la naturaleza, la potenciación del movimiento ecológico, el favorecimiento del diálogo entre las religiones, el desarrollo de nuevas actividades económicas, el refuerzo de la cooperación entre minorías lingüísticas, y la imposición de una nueva ética en los negocios y el desarrollo tecnológico, entre otras. Las personas ya no se resignan a jugar un rol pasivo a la hora de tomar decisiones, sino que se van transformando. La política hoy se desarrolla cara a cara, se discute y se debate en el momento en que los hechos están ocurriendo, todo gracias a las TICs 2.0. En este contexto, es imprescindible reconocer la existencia de un nuevo ciudadano, el “Ciudadano 2.0”: conectado en red, debatiendo online, generando contenidos, reenviando mails, participando en encuestas.

Generación Google

La capacidad de estas nuevas redes sociales es algo difícil de comprender para los políticos tradicionales: se puede cerrar un canal de televisión con una decisión al estilo Chávez, pero es infinitamente más difícil controlar una sociedad que se organiza a través de redes que son construidas con broadcastings, SMS o e-mails. En algunos casos, esto ha generado que una nueva clase política, de 16 a 29 años, comience a movilizarse. Muchos autores denominan “Generación Google” al grupo que nació después de 1993, junto a Internet y la telefonía móvil. Se los considera nativos digitales, ya que desarrollaron una capacidad mayor a estímulos multimediales. Son adolescentes que permanecen híper conectados y que prefieren Internet a la televisión. Ellos todavía no participan directamente en los procesos electorales, aunque muchos ya lo hacen activamente en diversidad de cuestiones con las que sienten un fuerte compromiso. Sin embargo, estos nuevos votantes van a impactar de manera muy significativa en el próximo ciclo electoral de América Latina.

¿Estarán los candidatos preparados para este desafío? ¿Qué están haciendo los partidos y candidatos de América Latina para dar respuesta a estos nuevos ciudadanos? Según el libro Ciberpolítica, financiado por el Programa de Medios de Comunicación y Democracia en América Latina de la Fundación Konrad Adenauer, el correo electrónico -para uso interno en partidos y comunicación con los electores-, así como los sitios web, son las herramientas más utilizadas por los partidos latinoamericanos, mientras que los podcasts y los videos tienen menor importancia e impacto. Blogs, Facebook y páginas de Internet de los candidatos, en este orden, son los principales instrumentos 2.0 utilizados en términos de uso efectivo de redes sociales.

Al mismo tiempo, debemos destacar que la implementación de TICs en las campañas es un fenómeno altamente valorado por los candidatos, especialmente para acercarse al público más joven. En la reciente campaña presidencial uruguaya, Luis Alberto Lacalle continuamente anunciaba en Facebook sus actividades y se subían los videos de sus actos. Por su parte, José Mujica también contaba con un sitio web muy publicitado, a lo que debe agregarse que en la página de su espacio político se colgaban a diario las emisiones radiales en audio y texto. Sin embargo, el uso de tecnologías 2.0 no fue intensivo por parte de los principales candidatos, quienes parecen haber tenido más interés en “estar” en Internet que en desarrollar una verdadera estrategia 2.0.

La campaña chilena señala otras particularidades, ya que los candidatos al Palacio de la Moneda desarrollaron acciones intensas en la Web. Cada uno incorporó a su campaña electoral un trabajo específico en materia de comunicación política por Internet, desarrollando páginas, blogs, cuentas de seguidores en Facebook, Flickr, canales en YouTube y utilizando de forma activa las cuentas de Twitter. En este contexto, surgió un hecho muy importante para las campañas en América Latina: el debate presidencial se llevó a Twitter. Es decir, al mismo tiempo que se emitía el debate por televisión, los usuarios empezaron a comentar online las propuestas de los candidatos presidenciales. El hecho fue histórico: se llegaron a registrar hasta 600 comentarios por minuto.

Probablemente estemos asistiendo a una transición de un escenario dominado por la apatía generalizada a un escenario de ciudadanos, en su mayoría jóvenes, que eligen en qué temas de política involucrarse, cómo, cuándo y con quiénes. Este cambio, consecuentemente, implica una transformación en la forma de hacer y ver la política, que pasa de ser un hecho ajeno y lejano a algo cercano y propio. No es necesario ir a una marcha para apoyar a un candidato que habla desde lo alto de una tarima si podemos comunicarnos directamente con él o ella desde la tranquilidad de nuestra casa, sentados frente a la computadora y, al mismo tiempo, debatir con quienes piensan distinto o igual. Evidentemente, está cambiando la naturaleza de la intermediación política.

Las herramientas que ofrece la Web 2.0 pueden generar grandes beneficios para mejorar la calidad de la democracia en América Latina y, al mismo tiempo, reforzar principios republicanos, como la publicidad de los actos de gobierno, la transparencia y la rendición de cuentas. Valores esenciales para la vida democrática pueden ser alentados desde estos espacios: el respeto por el disenso, la libertad de expresión, incluso la libertad de reunión en espacios virtuales.

El resultado a largo plazo, la instalación definitiva de una nueva forma de hacer política, supone un cambio en los partidos políticos. ¿Podrán ellos adaptarse a estos cambios o, dada la personalización de la política y la disponibilidad de tecnologías 2.0, el candidato ya no precisará de su intermediación para llegar al votante? ¿El votante, por su parte, necesitará los partidos políticos, de los cuales tanto ha desconfiado en estos años, para hacerse escuchar por el candidato? ¿Estará llegando el momento de los “candidatos digitales”, generados al margen de toda estructura partidaria, sin clientelismo, prebendas y sin depender siquiera de grandes cantidades de recursos financieros?

En el transcurso de este año, ante las elecciones por venir, iremos encontrando respuesta a nuestros interrogantes y sabremos en qué medida los candidatos latinoamericanos han podido aprender y aplicar la experiencia de Obama.

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